Según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en lo que llevamos de 2015 más de 100.000 refugiados y migrantes han cruzado la cuenca del Mediterráneo con destino a Europa. Por su parte, la Organización Internacional de las Migraciones (IOM) estima que el número de personas que han fallecido cruzando las aguas al sur de la Unión en el mismo período ascendería a 1.727 (en las mismas fechas en 2014 la cifra era de 65 muertos) y prevé que a finales de año se podrían contabilizar hasta 30.000 personas fallecidas cruzando el Mediterráneo. Ante estas escalofriantes cifras, la Unión Europea no podía quedarse de manos cruzadas.
El Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los 28, ya dio la alarma en su reunión extraordinaria del pasado 23 de Abril. Los líderes europeos acordaron toda una serie de compromisos orientados a “evitar que más personas mueran en el mar”. Tras esta declaración, el Parlamento Europeo tampoco tardó en pronunciarse. En su resolución de 29 de abril instó a las instituciones europeas y a los Estados miembros a adoptar con la máxima urgencia las medidas necesarias para frenar el creciente número de muertos.
Pero no ha sido hasta el pasado 13 de Mayo que la Comisión Europea ha dado a conocer el paquete de medidas de la Unión orientado a hacer frente a esta tragedia. Bajo el nombre de Agenda Europea de Migración: Gestionando mejor la migración en todos los aspectos, la Comisión ha planteado toda una serie de propuestas a corto, medio y (aunque con mucha menos ambición) largo plazo orientadas a hacer realidad una política europea común en materia de migración.
La respuesta Europea: de Mare Nostrum a Tritón y Poseidón
La tragedia del Mediterráneo no es un fenómeno nuevo. El consorcio pan-europeo de periodistas The Migrant Files lleva contando desde el año 2000 las más de 29.000 muertes que se cuentan en las fronteras de la Unión.
Asimismo, la Agenda no es tampoco la primera respuesta europea a este drama. Ya en el año 2013 el gobierno italiano puso en marcha la operación Mare Nostrum. La operación italiana, que recibió 1.8 millones de euros del Fondo para Fronteras Exteriores de la UE, se convertiría en un éxito y sería aplaudida por la comunidad internacional pues, en el breve lapso de tiempo durante el que se ejecutó, y con un alcance geográfico que comprendía el espacio marítimo hasta la costa libia, la operación Mare Nostrum conseguiría rescatar a más de 150.000 personas en su intento de cruzar el Mediterráneo.
La falta de apoyo europeo a la iniciativa, sin embargo, supondría el fin de Mare Nostrum en octubre de 2014, poco más de un año después de su establecimiento el 18 de octubre de 2013. En su lugar, las operaciones Tritón y Poseidón de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión (FRONTEX) velarían por el control fronterizo de las costas italianas y griegas respectivamente.
Ahora bien, a diferencia de Mare Nostrum, las misiones de FRONTEX solamente tienen por objeto el control fronterizo y sólo actúan en misiones de rescate y salvamento en caso de emergencia y por obligación de la Ley del Mar. A su vez, su radio de acción es sólo un tercio del de la operación de rescate Mare Nostrum.
La nueva Agenda Europea de Migración: ¿qué se propone?
La nueva Agenda Europea de Migración reúne una serie de medidas a corto (acción inmediata) y medio plazo (medidas estructurales) para una mejor gestión de la migración. Asimismo, ofrece unas pinceladas de la que debería ser una cooperación reforzada en materia de migración en el largo plazo., que apenas ocupan dos páginas de las veintiuna que tiene el documento.
A corto plazo, la Agenda propone un paquete de medidas centrado en torno a los siguientes cinco elementos:
- Redoblar los esfuerzos de rescate y salvamento. Se pretende restablecer el nivel de intervención propio de la iniciativa Mare Nostrum, y para ello se triplica el presupuesto de las operaciones Tritón y Poseidón, sus medios y su ámbito geográfico (si bien ya hemos visto que las operaciones FRONTEX no persiguen los mismos objetivos que la original italiana);
- Perseguir las redes delictivas que explotan a los migrantes. Se mejora el uso de la información para identificar y perseguir a los traficantes, por ejemplo mediante el refuerzo de la operación conjunta de Europol en materia de información marítima (JOT MARE), y se abre la puerta a nuevas iniciativas en el marco de la Política de Seguridad y Defensa, incluyendo la captura y destrucción sistemáticas de las embarcaciones utilizadas por los traficantes (medida que ya ha sido altamente criticada);
- Mejora de los sistemas de asilo de los Estados miembros. Se propone activar el mecanismo de intervención de emergencia previsto en el artículo 78.3 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, por el que se establecería un régimen de reparto temporal de refugiados a fin de garantizar una participación equitativa y equilibrada de todos los Estados miembros (reubicación), así como un régimen de distribución de las 20.000 solicitudes de asilo que el ACNUR ha fijado como objetivo anual para la UE de aquí a 2020 (reasentamiento).
- Trabajar en asociación con los terceros países para abordar la migración desde su origen. Con este fin, se dedicarán 30 millones de euros para reforzar los programas regionales de desarrollo y protección, y se creará en Níger un “centro piloto polivalente” para facilitar información, prestar protección a nivel local y ofrecer oportunidades de reasentamiento a las personas que lo necesiten. Asimismo, se reforzarán las actividades de apoyo a terceros países en materia de gestión de fronteras y se redoblarán los esfuerzos orientados a promover la estabilidad, sobre todo en Libia y Siria.
- Asistir a los Estados miembros en primera línea de frontera. La Agenda establece la necesidad de implantar un nuevo enfoque, llamado de “puntos críticos”, basado en una mayor coordinación entre la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (OEAA), FRONTEX y Europol, así como entre estas y los Estados miembros situados en primera línea de frontera exterior, para proceder más rápidamente a la identificación, registro y toma de huellas dactilares de los migrantes, y la movilización de 60 millones de euros adicionales en concepto de financiación de los medios de acogida y de prestación de atención sanitaria a las personas migrantes.
A medio plazo, la Agenda ofrece una guía basada en torno a los llamados “cuatro pilares para una gestión de la migración”, a saber:
1. Reducir los incentivos a la migración irregular;
2. Gestión de las fronteras: salvar vidas y proteger las fronteras exteriores;
3. El deber de protección que incumbe a Europa: una política común de asilo sólida;
4. Una nueva política de migración legal.
En torno a estos pilares, la Agenda propone toda una serie de medidas de reforma estructurales que incluyen desde la mejora de los sistemas de retorno de los inmigrantes a sus países de origen (en 2013 sólo se aplicó efectivamente el 39,2% de las decisiones de retorno emitidas), hasta la necesidad de reforma del llamado “sistema de Dublín”: el mecanismo por el cual se establece el reparto de responsabilidades entre Estados miembros en relación con el examen de las solicitud de asilo (en 2014 cinco Estados tramitaron el 72% de las solicitudes de asilo de toda la UE); por citar sólo algunos ejemplos.
Finalmente, y bajo el epígrafe “próximos pasos”, la Agenda presenta el conjunto de medidas orientadas a reforzar la cooperación europea en el ámbito de la migración de manera eficaz y sostenible a largo plazo. En términos prácticos, esto no supone sino la puesta en marcha de “ejercicios de reflexión” entorno a distintos temas, tales como (1) el Sistema Europeo Común de Asilo, (2) la gestión compartida de la frontera europea, o (3) un nuevo modelo de migración legal.
¿Qué perspectivas para la Agenda?
Cómo esta nueva Agenda va a permitir dar respuesta a las crecientes presiones que resultan de unos mayores flujos migratorios en el Mediterráneo en el corto plazo y cuál será su papel en el establecimiento de una política europea común en materia de migración en el medio y largo, está aún por ver. Por el momento, las reacciones a la Agenda han sido más bien agridulces, y sus medidas más novedosas, como la destrucción de los buques utilizados por los contrabandistas, duramente criticadas por ONG e instituciones internacionales.
En cualquier caso, son varios los límites a los que va a tener que hacer frente esta nueva estrategia. La Agenda se presenta como una alternativa global y a largo plazo hacia una política europea común de migración, mientras que las soluciones que recoge no son sino una respuesta a los acontecimientos coyunturales que vienen teniendo lugar en el Mediterráneo (la vía marítima supone sólo un 10% de la migración clandestina hacia Europa).
Por razón de este mismo estrecho vínculo con la tragedia del Mediterráneo, la propuesta no llega tampoco a distinguir la necesidad de trabajar soluciones distintas para los fenómenos migratorios, entendidos en su globalidad, y la prestación de asilo a los refugiados, como una forma particular de migración.
Finalmente, la agenda no propone soluciones estructurales a las causas de la migración. Su énfasis se centra en el refuerzo de las fronteras y de las agencias encargadas de garantizar su seguridad, así como las que prestan apoyo a los migrantes y refugiados que consiguen llegar a Europa. Pero, y como ya han apuntado algunos expertos, estas medidas “sólo conducirán a abrir nuevas rutas más peligrosas para los que siguen huyendo”. Una verdadera Agenda Europea de Migración requiere pensar nuevas formas para paliar las crisis políticas y militares, económicas y medioambientales que han dado lugar a la tragedia del Mediterráneo. Y eso no se consigue con sólo dos páginas de “próximos pasos” (de una Agenda que tiene un total de veintiuna).
Estos son sólo algunos de los elementos que nos hacen pensar que la nueva Agenda Europea de Migración no es sino una política europea que navega a la deriva.